¿Por qué el se humano tiende a involucrarse directamente con lo que le causa dolor?
Crecemos y la necesidad de sentir rechazo al parecer aumenta, mientras por el mismo lado le huimos a la traición y al engaño.
Muchas veces nos creamos la idea en la cabeza, de la necesidad de sentir apoyo y consuelo de personas completamente ajenas a nuestra vida, es decir, aquellos que por razones de consanguinidad están digamos “obligados” a apoyarnos y acompañarnos, no parecen importarnos si están con nosotros o no. Es una necesidad imperante que aquellas personas que se encuentran a nuestro alrededor no quieran y nos apoyen de tal manera como si ellos no tuvieran más nada que hacer que vivir para y por nosotros.
Es el sentimiento egoísta de creernos superiores y a la vez inferiores a los demás; superiores porque imaginamos por alguna loca razón de que las personas que nos conocen y de alguna manera se han ligado a nosotros emocionalmente, DEBEN entender lo que sentimos, saber que es lo que queremos y que nos hace sentir bien sin que tengamos que decírselos, es una forma completamente egocentrista de pensar que solo nosotros tenemos problemas y que hay un grupo de personas que viven maravillosamente y cuya UNICA razón de ser es estar pendiente de nosotros. De allí va la superioridad de imaginar que somos lo suficiente y extremadamente importantes, de creer que estamos por encima de los demás y que a la vez nuestras urgencias y problemas deben resolverse o deben resolverlas de manera inmediata y por encima de las tragedias de otros.
Esto anteriormente planteado es también el sentimiento de inferioridad que llevamos dentro, no solo le complicamos la vida a las personas, dándole la carga de que nos solucionen todo como si fuésemos reyes, a la vez esta necesidad de intervención de terceras personas, que normalmente intervienen porque nosotros mismos los obligamos, es una reacción directamente relacionada a la falta de capacidad mental, emocional y física que sentimos. Creemos que somos reyes con súbditos a nuestros pies esperando órdenes y la vez sentimos que necesitamos de ellos porque individualmente no podríamos, nos sentimos inferiores, incapaces, cortamos toda posibilidad de superación única, propia e individual.
La absorción de esta cantidad de personas, las cuales creemos que son sirvientes esperando por nuestros pedidos, es lo que causa el rechazo, ya no estamos en la época medieval, ya no tenemos sirvientes, tenemos familia y amigos, y ambos pueden cansarse de nosotros si los tratamos como bufones a nuestro servicio. Sabemos que el rechazo vendrá, pero seguimos intentando…
Crecemos y la necesidad de sentir rechazo al parecer aumenta, mientras por el mismo lado le huimos a la traición y al engaño.
Muchas veces nos creamos la idea en la cabeza, de la necesidad de sentir apoyo y consuelo de personas completamente ajenas a nuestra vida, es decir, aquellos que por razones de consanguinidad están digamos “obligados” a apoyarnos y acompañarnos, no parecen importarnos si están con nosotros o no. Es una necesidad imperante que aquellas personas que se encuentran a nuestro alrededor no quieran y nos apoyen de tal manera como si ellos no tuvieran más nada que hacer que vivir para y por nosotros.
Es el sentimiento egoísta de creernos superiores y a la vez inferiores a los demás; superiores porque imaginamos por alguna loca razón de que las personas que nos conocen y de alguna manera se han ligado a nosotros emocionalmente, DEBEN entender lo que sentimos, saber que es lo que queremos y que nos hace sentir bien sin que tengamos que decírselos, es una forma completamente egocentrista de pensar que solo nosotros tenemos problemas y que hay un grupo de personas que viven maravillosamente y cuya UNICA razón de ser es estar pendiente de nosotros. De allí va la superioridad de imaginar que somos lo suficiente y extremadamente importantes, de creer que estamos por encima de los demás y que a la vez nuestras urgencias y problemas deben resolverse o deben resolverlas de manera inmediata y por encima de las tragedias de otros.
Esto anteriormente planteado es también el sentimiento de inferioridad que llevamos dentro, no solo le complicamos la vida a las personas, dándole la carga de que nos solucionen todo como si fuésemos reyes, a la vez esta necesidad de intervención de terceras personas, que normalmente intervienen porque nosotros mismos los obligamos, es una reacción directamente relacionada a la falta de capacidad mental, emocional y física que sentimos. Creemos que somos reyes con súbditos a nuestros pies esperando órdenes y la vez sentimos que necesitamos de ellos porque individualmente no podríamos, nos sentimos inferiores, incapaces, cortamos toda posibilidad de superación única, propia e individual.
La absorción de esta cantidad de personas, las cuales creemos que son sirvientes esperando por nuestros pedidos, es lo que causa el rechazo, ya no estamos en la época medieval, ya no tenemos sirvientes, tenemos familia y amigos, y ambos pueden cansarse de nosotros si los tratamos como bufones a nuestro servicio. Sabemos que el rechazo vendrá, pero seguimos intentando…
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